Claudia Rocío Rodríguez Rincón
DESTINO
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
¡Ah! pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
—antes que lo devoren—(cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.
Rosario Castellanos
C O R A Z Ó N
A L E T E A R P O L I L L A
A D E N T R O O S C U R O
L O S P O R O S A B I E R T O S
O B S E R V A R
D E S M O R O N A M I E N T O S
Memoria de la danza del platito de porcelana que baila cuando el padre lo hace girar como un trompo.
La bebé desbordada es atrapada en la emoción cosquilleante del platito que se me mete en su pierna.
El padre celebra y enloquece por tal demostración maravillosa de gracia y brillo. Muestra la danza de su bebé.
Deslumbra.
Bebé errante, niña errante, mujer errante, vieja errante.
El tiempo le da materia al devenir. Eco del pasado, sin nostalgia.
L A T R A M P A .